Nobel a Obama: ¿Y si metemos presa a Cristina?

Siguiendo la moda instalada por la Academia Sueca que premió a Obama por adelantado, tomemos su ejemplo y adelantemos una serie de acontecimientos que, en el futuro, podrían ocurrir.

A continuación una lista de sugerencias:
Velar a Mirtha en el Congreso: Teniendo en cuenta que lo único que moviliza al pueblo son los velorios masivos, Mirtha podría tener su despedida triunfal en el Congreso, con Susana exhibiendo la misma emotividad que demostró en el velatorio de Mercedes Sosa (parecía estar contemplando un centro de mesa), y titulares en letra catástrofe que digan: “Después de La Negra, La Rubia”. ¿Qué Mirtha todavía no murió? Nadie es perfecto.

Macri presidente: Antes de que siga experimetando con la ciudad de Buenos Aires, mejor que agarre el país entero y lo haga estallar de una buena vez. Total, como viene la mano, algún día va a llegar al poder. Claro que es probable que antes tengamos que pasar por Kirchner, Duhalde, Cobos o Reutemann. Si vamos a volver a los noventa la hacemos bien (como decía Olmedo). Miren que si esperamos mucho puede pasar algo peor. O sea, De Narvaéz.

Charly y Palito peleados: Haber puesto a Charly bajo el ala de Palito es más o menos como internar a Homero Simpsons en la casa de su vecino Flanders. Uno se siente obligado a agradecerle los resultados pero hay ciertos niveles de salud que dejan un sabor amargo. ¿No habrá término medio en las curaciones de los rockeros?

Santificar a Lilita: Si Obama ganó el Nobel de la paz, Lilita bien puede ser santificada en vida. ¿Cuál fue su milagro? Convecernos de que es la Madre Teresa de Calcuta cuando veranea en Punta del Este o Miami, come de más y vive quemada por el sol. Si les parece poco, podríamos sumar que creó y fundió más partidos que cualquier dirigente en el mundo.

Reivindicar a Menem: Sinceramente, ¿a cuántos minutos estamos de hacerlo? Post Mortem o “Pre” Mortem (depende de la naturaleza) la reivindicación se va a dar. ¿Para qué retrasar lo inevitable? En breve tiene una calle con su nombre.
Mandar a la cárcel a Cristina: En este caso la ganancia sería por partida doble. Sus enemigos dirían que por fin se hizo justicia, y sus amigos tendrían motivos para convertirla en una heroína nacional que arañe el encanto trágico de Evita. ¿Resultado? Todos contentos; hasta Néstor que podría exilarse en la embajada de Venezuela y desde ahí planificar su vuelta… No, no. no, la vuelta de Cristina no. Su propia vuelta

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