El multimedios que se viene con la nueva ley

Moyano conducción..., producción, iluminación y cámaras.


El debate en el Senado sobre la Ley de Medios viene envuelto en un discurso oficial plagado de maravillosas intenciones que ha logrado encantar a un sinnúmero de críticos al Gobierno que hasta ayer nomás eran considerados arteras serpientes opositoras.

El debate en el Senado sobre la Ley de Medios viene envuelto en un discurso oficial plagado de maravillosas intenciones que ha logrado encantar a un sinnúmero de críticos al Gobierno que hasta ayer nomás eran considerados arteras serpientes opositoras. El nudo más políticamente correcto del proyecto consiste en que, bajo el nuevo esquema, perderán espacios las monstruosas empresas privadas para que los gane la sociedad civil, siempre silenciada y manipulada por aquellas. Ante esos argumentos, dichos en un tono reivindicatorio entre combativo y religioso, cualquiera puede llegar a sentirse una verdadera porquería poniendo en duda que los aborígenes, las sociedades de fomento, los centros de jubilados o los cuerpos de bomberos voluntarios tengan derecho a montar su radio y su canal de TV. Porque derecho tienen, la verdad.
El problema es cuáles de todas las ONG tendrán la capacidad de ejercerlo en la práctica con financiamiento genuino para equiparse y pagarle al personal, al día. La que en mejores condiciones se encuentra, sin dudas, es la CGT. A tal punto que ya ha comenzado a diseñar un multimedios propio con bases en 27 ciudades argentinas, para las cuales le solicitó al Comfer que le adjudique las correspondientes licencias de AM, FM, VHF y UHF: Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Salta, San Salvador de Jujuy, San Luis, Paraná, Santa Fe, Rosario, Corrientes, Resistencia, Posadas, Formosa, San Miguel de Tucumán, San Fernando del Valle de Catamarca, Santiago del Estero, Córdoba, Mendoza, San Juan, Santa Rosa, Neuquén, Viedma, Comodoro Rivadavia, Rawson, Río Gallegos y Ushuaia. Ningún grupo privado (aun con balances públicos, cotizando en Bolsa, planteando un plan de negocios transparente y contratando a sus empleados “tudo bem, tudo legal”) tendrá derecho a semejante despliegue apenas salga la nueva ley.
Está perfecto que se le impida hacerlo, para evitar prácticas monopólicas. Ahora bien, ¿los fines sociales de la CGT justificarían que Hugo Moyano, por ejemplo, pasara a ser un Ted Turner argentino? Hay que tener la cabeza dada vuelta como un soquete para pensar que habrá una mejor calidad democrática (es lo que nos venden con esta ley) dándoles más poder a quienes vienen ejerciéndolo desde hace décadas con un sentido tan particular de la democracia, convirtiendo a los gremios en empresas familiares y siempre subsidiados por la caja del Estado que todos llenamos pagando impuestos a lo pavote. El 11 de septiembre, mientras la ley empezaba a ser debatida en el Congreso, Moyano se reunió con el secretario general de la CGT-Mendoza, Roberto Picco, para hablar de dos cosas en la misma reunión a puertas cerradas: el lanzamiento de una línea interna moyanista en el PJ local y la creación de “un canal de TV sindical, que servirá para que los compañeros se expresen libremente frente al atropello de los multimedios”. Una preguntita: ¿el proyecto político de Moyano y su canal serán independientes el uno del otro? Otra: ¿quién va a pagar la cuenta? Una más: ¿tendrá audiencia?
Existe un par de experiencias al respecto. La CGT-Zona Norte tiene ya un canal de cable para dicha área del Conurbano. No lo ve nadie. Se paga con publicidad municipal, provincial y nacional. El propio Moyano, por idea de su hijo Pablo (quien heredó su puesto en el gremio), tiene su propio programa semanal en América 24. Va los domingos a las 17. Lo conduce la periodista María Luján Batallán. Se llama Camioneros, obviamente. ¿Usted lo vio, doña? Hágalo esta tarde y después me cuenta. Habrá discursos de Moyano y consejos para que las mujeres de los choferes no olviden hacerse la mamografía. “Hugo siempre dice que hay que hacer hincapié en la familia camionera y en todo lo que el sindicato le ofrece como servicio, desde el turismo y la recreación hasta la salud”, dijo María Luján al presentar el programa. La familia camionera... El otro hijo varón de Moyano, Facundo, conduce el estratégico gremio de empleados de peajes. Y el resto de la familia (ex esposa y hasta ex suegro de don Hugo incluidos) maneja las empresas turísticas, hoteleras, constructoras y aseguradoras ligadas al sindicato. Ya sé: van a decir que me opongo a que haya un canal de los trabajadores. Y bueno. Se dice cada cosa. Read More!

Hebe de Bonafini: "Si no estás con la Ley de Medios, estás con la dictadura sangrienta"

La titular de Madres de Plaza de Mayo participó del plenario de comisiones en el Senado, donde lanzó duras críticas contra los diarios Clarín y La Nación.


El titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, participó del plenario de comisiones en el Senado e identificó al proyecto de ley de Medios con "el derecho a la libertad" y sostuvo que quien "no está con esta ley, está con la dictadura sangrienta que secuestró a nuestros hijos".
"Esta Ley de la dictadura es una vergüenza para el mundo. No nos tenemos que seguir avergonzando. Nos tenemos que sentir orgullosos de que hubo 156 periodistas que prefirieron morir a callarse la boca", dijo Bonafini. "Las Madres hemos vivido y sufrido en carne propia lo que es esta ley que tenemos que sacar y que nos prohibió hablar", agregó. "Cuando nos llevaban a los hijos, los medios que estamos cuestionando decían que eran terroristas y que estaba bien que los torturaran y los mataban. Y los diarios publicaban: muertos en enfrentamientos", recordó la titular de Madres de Plaza de Mayo, quien citó a los diarios Clarín y La Nación como los responsables de la censura que impuso el gobierno militar de 1976 a 1983.
Bonafini pidió que por cada uno de los diarios citados haya "10 o 20 de los nuestros" en todo el país. "En vez de medios de comunicación, son medios de mierda", lanzó sin medias tintas.
"Esta ley expresa el derecho a la libertad", dijo la titular de Madres, al tiempo que aseguró que la votación en el Congreso revelará "quienes queremos una patria para todos". Bonafini manifestó que en la televisión argentina actual "sólo vemos a fachos, fachos y fachos" y sostuvo que "las madres no vamos a aceptar que nos saquen a nuestros hijos".
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Lo de "Fútbol gratis" va en serio: no les pagan a las productoras que trasmiten los partidos

Las cinco empresas que se dedican a la parte técnica de las emisiones solo cobraron lo de la primera fecha (y hoy se jugó la sexta).





En medio de los festejos kirchneristas por la rúbrica del contrato entre el Gobierno y la AFA para televisar el fútbol, Aníbal Fernández predijo: “No vamos a poner un centavo”. Luego de adelantarles $100 millones a los clubes, el jefe de Gabinete lanzó un nuevo pronóstico: que el Estado dejaría de perder plata a partir de la segunda fecha del torneo. A más de un mes del inicio del campeonato, eso no ocurre. No hay ingresos porque el Estado no vende los espacios publicitarios ni los derechos. Pero sí hay un ahorro: las productoras encargadas de televisar los partidos sólo cobraron por los primeros diez partidos.
“Desde la segunda fecha que no hemos podido cobrar porque no hay una razón social a quien facturarle”, explicó Rubén Salvador, presidente de la Cámara Argentina de Prestadores de Servicios de Televisión, que reúne a 15 productoras, seis de ellas dentro del esquema del programa Fútbol para todos.
Las empresas aún no quieren revelar lo adeudado por el Estado. Pero fuentes del mercado confiaron a PERFIL que la transmisión de cada partido requiere al menos de un “móvil de exteriores”, que puede llevar hasta 20 personas. El costo de trasladarlo a cubrir un partido en el interior del país podría alcanzar los $ 40 mil.
En el caso de que el encuentro sea en la Capital Federal, como son en su mayoría, el monto se reduciría a la mitad. Teniendo en cuenta las seis fechas aún impagas, incluyendo este fin de semana, la deuda con las productoras sería, como mínimo, de un millón y medio de pesos.
El fútbol gratuito se diagramó de un día para el otro. Gabriel Mariotto, interventor del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), lo admitió ante el Senado esta semana. “El convenio (con la AFA) se firmó el jueves y el día viernes había que salir a transmitir”. Por eso, se convocaron a las mismas cinco empresas que ya se encargaban de la televisación con TyC. Mariotto justificó a los senadores que se hiciera sin licitación, en forma directa, por la “urgencia”. La única diferencia, pero muy importante, fue la incorporación en la segunda fecha de La Corte, la productora que graba los actos del kirchnerismo, para que reciba la señal del satélite y la reenvíe a los canales. Ese trabajo lo hizo primero Canal 7.
En la primera fecha todo salió perfecto. El canal estatal se encargó de recibir la pauta publicitaria por un valor de casi $ 2 millones y de pagarles, pocos días después, a las productoras que cubrieron los partidos. Los problemas llegaron luego, cuando se creó un comité en el ámbito del Comfer que debe encargarse de hacer rentable al fútbol. El dinero dejó de ingresar y también de salir. Desde el organismo dejan trascender que aún están limando los mecanismos para aceitar los engranajes del negocio.
“Nos dijeron que esto se va a resolver pronto, pero para este fin de semana ya tenemos un serio problema financiero: hay que afrontar viajes y hay que tener dinero para pagar cosas ya, como los viáticos, la nafta y el alojamiento”, graficó Salvador. Para sortear este momento, las cinco productoras hasta se prestan dinero entre ellas. No obstante, desde la cámara dejaron en claro que no pretenden hacerle un “boicot al fútbol”.
Lea la nota completa en la edición de hoy del Diario Perfil. Read More!

Hecha la ley.......

comunicacion audiovisual: buen proyecto, malas intenciones
La ley y la trampa

¿Cuál es el motivo profundo del odio que los Kirchner sienten hacia el periodismo? ¿De dónde surge ese resentimiento y esa obsesiva capacidad de castigar todo lo que huela a libertad de prensa?


Por Alfredo Leuco 28.08.2009 23:22
¿Cuál es el motivo profundo del odio que los Kirchner sienten hacia el periodismo? ¿De dónde surge ese resentimiento y esa obsesiva capacidad de castigar todo lo que huela a libertad de prensa? La periodismo-fobia es una enfermedad que vienen expresando hace veintidós años, desde 1987, cuando Néstor Kirchner fue elegido intendente de Río Gallegos. Ellos sintetizan tres vertientes autoritarias que de todas maneras no alcanzan a explicar la virulencia de su comportamiento. Primero, sus características personales: son desconfiados, soberbios, maltratadores y desagradecidos. De eso pueden dar fe no sólo sus adversarios políticos, sino también sus amigos y compañeros de ruta, a los que arrojaron por la ventana y convirtieron en enemigos. Hay decenas de ejemplos, pero tal vez el más claro sea el de Alberto Fernández. Segundo, su impronta generacional y formación ideológica dentro de una estructura política que despreciaba las formas burguesas de la democracia o la partidocracia liberal, como se decía en aquella época. Y tercero, su comportamiento de caudillos feudales que consideran a su provincia casi como una estancia de la que ellos son los patrones.
Aun teniendo en cuenta estos tres motivos convergentes, en el matrimonio faltan elementos para entender por qué suelen ver en la información cotidiana conspiraciones diabólicas y destituyentes.
Todo confirma que la libertad de prensa es la principal enemiga del capitalismo de amigos de los Kirchner. La tarea de los medios de comunicación es la última trinchera de resistencia a un modelo basado en el autoritarismo extorsionador que intenta reducir a la servidumbre a todos los actores sociales con el objetivo de aferrarse con uñas y dientes al poder. Este es el corazón del proyecto de alternancia matrimonial que habían diseñado Néstor y Cristina. Pese a que no se puede mentir a todos durante todo el tiempo, hay que decir que los Kirchner han tenido grandes éxitos parciales para apoderarse y colonizar a distintos estamentos de la democracia y la economía. Los dos pilares de su forma de conducir son el poder y la caja. Espalda contra espalda, uno sostiene al otro.
Es la base de su liderazgo, que reemplaza al carisma que no poseen y al respeto y afecto que no han sabido cosechar.
A buena parte del Poder Judicial han logrado mantenerla a raya gracias al temor que inyectan en los tribunales a través de la posibilidad de premiar o destituir a un juez desde el Consejo de la Magistratura.
A buena parte del Poder Legislativo lo han convertido en una escribanía que ratifica todo lo que viene del Poder Ejecutivo y no le han permitido otra cosa que resignarse al verticalismo y la obediencia debida.
A buena parte del poder económico lo han condenado al silencio durante mucho tiempo y en varios casos han comprado negocios suculentos y estratégicos, ya sea con la billetera de empresarios amigos y cómplices o directamente con la estatización.
Frente a semejante acumulación de poder, la pregunta es: ¿por qué no pudieron todavía, y tal vez no puedan nunca, disciplinar a todos los medios de comunicación? El “capitalismo de amigos” todavía no consiguió su correspondiente “periodismo de amigos”. Y eso que han apelado al más formidable plan sistemático para controlar a todos los medios y evitar que los controlen a ellos. Y eso que han utilizado todos los mecanismos disponibles. Pero hay algo que los Kirchner no entienden y por eso jamás van a concretar su objetivo. La misma expresión “periodismo de amigos” conlleva una contradicción en sí. Una palabra, “amigos”, anula a la otra, “periodismo”. Por definición genética, el periodismo debe tener una mirada crítica del poder. De lo contrario, se transforma en otra actividad llamada propaganda.
Este es el secreto del fracaso de los Kirchner en domesticar al periodismo. El que se deja domesticar pierde su principal capital simbólico, que es la credibilidad, y sucumbe en su capacidad de influencia y alcance masivo.
Sólo basta observar cómo, casi matemáticamente, con alguna excepción que confirma la regla, todas las radios, diarios o programas de televisión que vendieron su conciencia y su esencia profesional fueron perdiendo inexorablemente consumidores de esos productos, auditores y lectorado, como solía decir Eliseo Verón.
Esa es la gran diferencia con otros negocios y otras empresas que los Kirchner pudieron controlar. Las finanzas, la energía, los transportes, la obra pública, son neutrales en el sentido de que no importa quién sea el que las ejecute. No importa si quien gerencia esas actividades comerciales es de derecha o de izquierda, oficialista u opositor.
Los medios de comunicación que son servicios públicos en manos privadas funcionan exactamente al revés. Por eso el gobierno kirchnerista utilizó sus “suprapoderes” para “extorsionar” (utilizando dos conceptos de la Presidenta) con ferocidad y, sin embargo, no ha conseguido nada o muy poco de sus objetivos. Los periodistas más escuchados, leídos y respetados siguen siendo los que soportaron la siguiente batería de misiles antidemocráticos:
* Batieron todos los récords al gastar fortunas en publicidad oficial para llenar los bolsillos de sus socios en los medios y para sostener productos periodísticos insostenibles. Por eso el Gobierno es el principal inversor de publicidad en el país y ya supera a empresas de consumo masivo.
* Violaron la ley y la ética al convertirse en juez y parte, y privar de pauta estatal a medios y periodistas que expresaron opiniones diferentes o publicaron informaciones que no fueron del agrado de “la” y “el” presidentes.
* Utilizaron las inspecciones integrales de la AFIP y las persecuciones fascistas de los servicios de inteligencia para intimidar a propietarios y trabajadores de prensa.
* Utilizaron llamadas telefónicas, afiches, pintadas, folletos, hackeos de páginas web y blogs con el único fin de demostrar poder y capacidad de daño.
* Compraron y siguen comprando medios de comunicación con testaferros, amigos y favorecedores. Igual que en otras áreas económicas, parieron una casta de empresarios de medios cuyo única relación con la actividad es su proximidad al poder y a sus retornos.
* Persiguieron y censuraron a periodistas de medios privados y públicos.
* Tanto Néstor como Cristina, desde la cumbre del poder, fustigaron con nombre y apellido a periodistas sin tener en cuenta la desproporción que existe entre ambas posiciones. Los periodistas más conocidos quedaron expuestos ante cualquier salvaje que pudiera sobreinterpretar las palabras de sus jefes políticos y transformarlas en “acto” mediante una paliza o algo peor.
* También levantaron la indignación de los colegas cuando en sus ataques mencionaron a muchos cronistas de bajo perfil y de modestos ingresos que jamás podrían ni siquiera acercarse a la fortuna que tienen los presidentes con mayor patrimonio de la historia argentina. Otra desmesura alimentada por el sentimiento de venganza.
* Miraron para otro lado y ni siquiera intentaron disimular con un retórico repudio público los atentados que sufrieron oficinas y domicilios personales de personas vinculadas a los medios.
* Presionaron a empresas privadas para que no les dieran trabajo o publicidad a periodistas independientes.
En Santa Cruz mostraron cuál es el “modelo periodístico” que pretenden instalar en toda la Argentina. Hay empresarios y periodistas que impulsaron la xenofobia, las recontra privatizaciones de Menem, la mano dura, humillaron los derechos humanos y hoy entrevistan casi en exclusiva y todos los días a los funcionarios oficiales, incluso a los presidentes Kirchner. Los tratan afectuosamente por sus nombres de pila. Les dicen Oscar, Fabián, Eduardo y se manifiestan gustosos de transitar la alfombra roja que les ponen. Los hacen sentir como en su casa tal vez porque los kirchneristas estén realmente en sus casas.
Ahora está muy clara la diferencia entre libertad de expresión y libertad de extorsión. Está claro quién es la víctima y quién el victimario de la extorsión. El tema es que ahora los Kirchner han declarado la guerra al Grupo Clarín en particular, pero a todo el periodismo libre en general.
Hay dos preguntas que pueden ayudar a abordar este debate de la forma mas ecuánime posible.
La primera: ¿es necesaria una nueva ley que de una vez por todas multiplique las voces y le ponga límites a la concentración de muchos medios en pocas manos? La segunda: ¿usted cree que el Gobierno tiene intenciones de aprovechar esta situación para intentar sojuzgar de una vez y para siempre a los medios? La respuesta a ambas consultas es: sí. Por supuesto que ya llegó la hora de terminar con la emparchada ley de radiodifusión de la dictadura y apuntar a un mayor pluralismo que horizontalice y democratice la circulación informativa. Pero también es cierto que los Kirchner generan una profunda desconfianza. Si algo no han demostrado nunca, es su militancia a favor de un periodismo más autónomo y riguroso. Siempre privilegiaron la información calificada y la chequera hacia los militantes del elogio y la obsecuencia.
De todas manera, el proyecto de ley que enviaron a Diputados es muy respetable y de avanzada. Se puede compartir sus propuestas en el 80% o más. Se nota la mano de expertos académicos. Hay cosas que corregir y modificar, por supuesto. Hay cuestiones muy técnicas, pero tal vez la más importante sea la que autoriza al gobierno de turno a controlar cada dos años las licencias. El titular del Comfer, Gabriel Mariotto, dijo que esa revisión será solamente tecnológica. Pero de todas maneras esa cláusula aparece como una pistola en la cabeza de los medios que no tendrían otro remedio que ponerse la camiseta oficial para que a los dos años no les quiten las licencias con la excusa de una novedad en las vías para transmitir los contenidos audiovisuales. ¿Se entiende? Hay que evitar que los privados se cartelicen. Pero también hay que evitar que el Estado tenga instrumentos para disciplinar al periodismo. Hay otros aspectos cuestionables pero, en general, el texto es un claro avance sobre la legislación vetusta y antidemocrática que tenemos actualmente y, además, un claro avance de la intervención del Estado. El gran problema son los Kirchner. Por eso surgen otras preguntas: ¿y entonces qué se hace? ¿Se deja todo como está? De ninguna manera. Este proyecto oficial y los que tienen los demás partidos políticos deberían debatirse en el Parlamento que viene. Estarán más repartidos el poder y las bancas, y ello aseguraría que el resultado sea una ley diseñada a la medida de todos los argentinos y no solamente de los Kirchner. Además, ayudaría para ir en el rumbo correcto que los diputados y senadores agregaran la ley de acceso a la información, que tanta transparencia puede aportar, y una ley que fije las reglas del juego claras y universales para repartir la publicidad oficial y que extirpe todo tipo de arbitrariedad. Todos necesitamos menos monopolios y menos presiones del Gobierno.
La nueva ley no debe ser ni para Kirchner ni para Clarín. Debe ser para todos los argentinos. Es una de las principales asignaturas pendientes de la democracia. No puede ser aprobada entre gallos y medianoche, de prepo y en treinta días, como dijo Carlos Kunkel. Nadie quiere cerrar o congelar el Congreso de la Nación hasta el 10 de diciembre. Pero no hay dudas de que la actual composición refleja el reclamo ciudadano de 2007 y no el que se expresó hace dos meses.
Eso no les hace perder legalidad a sus decisiones. Pero lo deslegitima para temas estratégicos que deben servir para las próximas décadas y que necesitan una discusión pública serena y racional que involucre a la mayor parte de la sociedad.
No parece ser éste el camino elegido por Néstor Kirchner que al igual que en el resto de sus actitudes va por todo y huye hacia adelante. El jefe de los diputados oficialistas, Agustín Rossi, ya les anticipó a los presidentes de los demás bloques que están decididos a vetar todo lo que se oponga a la táctica que los Kirchner quieren implementar hasta 2011, con el objetivo de llevar nuevamente a Néstor a la presidencia.
Esa actitud también es peligrosa institucionalmente. Felipe Solá lo dijo con todas las letras: “Eso es violentar la política”.
Carlos Reutemann fue en el mismo sentido: “Cada día que pasa, el Gobierno desconoce más el resultado”. Santiago Kovadloff lo puso en términos filosóficos: “Al preservar lo que legítimamente ha sido desacreditado por el voto popular (los Kirchner) consuman una auténtica restauración conservadora”. Varios diputados tradujeron esto al pragmático lenguaje de la sumas y las restas: “Si ellos hacen pesar la mayoría circunstancial y aprueban la ley a libro cerrado y sin consenso, nosotros en marzo del año que viene vamos a derogar esa ley con la misma legalidad con la que ellos la votaron”.
Pensar en un intercambio de vetos presidenciales, de interpelaciones y de insistencias en las leyes vetadas nos puede conducir, irremediablemente, a la máxima tensión social. Eso puede ser caldo de cultivo de una violencia que es la preocupación más grande y grave que se puede recoger hoy entre la dirigencia argentina de distintos niveles. Un conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo con la Corte Suprema atendiendo temas no estructurales se transforma en una caldera que va sumando presión y que puede derivar en protestas sociales agresivas, cacerolazos masivos, grupos de choque del Gobierno defendiendo la calle y, finalmente, en una crónica de una tragedia anunciada que ningún argentino bien nacido quiere.
Es insólito que personas inteligentes todavía crean en la teoría jurásica de que el periodismo tiene una capacidad diabólica para lavar los cerebros de los ciudadanos y modificar sus comportamientos. Ese paternalismo ya era viejo en los 70. Parece que no registraron que Juan Domingo Perón subió con todos los medios en contra y cayó con todos los medios a favor. Existe en el Gobierno una sobreestimación del poder de los diarios o la televisión y, como consecuencia, una subestimación de la madurez que tienen las personas para tomar sus propias decisiones con total independencia. La historia la construyen los pueblos y no la prensa.
Es posible que en la sociedad multimediática en la que vivimos las noticias actúen como catalizadores y aceleren o frenen determinados procesos que existen en el seno de los países.
Pero todavía no se descubrió tecnología periodística capaz de inventar un líder popular si no tiene carisma o no es la expresión de algún fenómeno social profundo. Igual que la riqueza, hay que redistribuir la palabra. Sin monopolios privados ni estatales.
Pero cuidando que siempre haya dos o tres medios dominantes.
En la sociedad del conocimiento, la equidad informativa no se consigue con diez medios de comunicación chicos. Son presas demasiado fáciles para la voracidad de los gobiernos.
En muchas provincias argentinas se puede observar cómo la “pauta-dependencia” somete aun a los más pintados. En otra ocasión describí las similitudes de Menem y Kirchner a la hora de ubicar al periodismo como el enemigo a vencer aprovechando que los medios no se presentan a elecciones aunque son elegidos o rechazados todos los días. No es la única coincidencia de ambos ex presidentes. Los dos quisieron amordazar al periodismo. Los dos quisieron armar su propio grupo multimedia monopólico paraoficial.
En ambos casos, uno de los principales aliados fue el Grupo Hadad. La única diferencia es que Menem fracasó y Kirchner lo sigue intentando Read More!